Nos levantamos a las siete pasadas, desayunamos y fuimos saliendo de Navarrete a las 8:50. Ibamos por el camino, entre viñedos y bodegas, donde se preparaban para la vendimia.
El día estaba nublado y fresco (14-15 grados); paramos en Ventosa para que nos pusieran sello (con un cerdito peregrino) y luego seguimos por una parte llena de montículos de piedras, hechos por peregrinos. Paramos a tomar una foto y coincidimos con una peregrina chinita, que resultó ser brasileña.
Montículo de piedra, cerca de VentosaHubo que empujar un poquito porque había gradas en el camino. Llegamos a Nájera, ubicada a orillas del río Najerilla. Allí vimos la parroquia de la Santa Cruz y el Monasterio de Santa María la Real, donde no entramos pero estuvimos conversando con un grupo de militares retirados de Teruel, que se acercaron a ver las bicis, convencidos de que las nuestras debían tener un motorcito (?). Nos comentaron que tienen un grupo de ciclistas y uno de ellos ha hecho el camino cuatro veces, pero van con un autobús de apoyo y durmiendo en instalaciones militares.
Salimos de Nájera y tocó subir un poco hasta Azofra, donde paramos a tomar nuestro segundo desayuno de café y tostadas. Cuando íbamos entrando, alcanzamos a un grupo grande de "peregrinos" alemanes que también pararon en el café, pidieron su sello y compraron desayuno. Cuando íbamos saliendo del pueblo, los vimos montándose muy orondos a un autobús de turismo...
Teníamos la intención de ir a San Millán de la Cogolla a visitar los monasterios, así que tomamos esa ruta, pero como que los kilómetros eran elásticos y se hizo más largo de lo que creíamos. Al pasar por el pueblito de Alesanco, una señora nos gritó "os vais a mojar! os vais a calar!", pues estaba relativamente nublado.
Paramos en Cañas y decidimos más bien visitar el Monasterio Cisterciense de Santa María, pues igual no llegaríamos a San Millán antes de que cerraran. La visita guiada de una hora estuvo muy interesante, y comentábamos cómo a San Bernardo no lo declararon hereje por querer ser más sencillo y a otros por lo mismo los persiguieron.
Monasterio de Santa María, CañasSalimos a las 2pm y al pasar al valle, no sólo salió el sol y se puso calentito (a más de 30 grados), sino que también el paisaje cambió: cultivos de cereales, remolacha azucarera, girasol y papas.
Entramos a Santo Domingo de la Calzada, donde paramos frente a la Catedral a comernos el bocadillo del almuerzo, sellamos y nos dimos una vuelta por la fuente para rellenar bidones; allí vimos a dos bicigrinos españoles y uno irlandés.
Catedral de Santo Domingo de la CalzadaLuego, seguimos a Grañon, donde alcanzamos a una pareja de peregrinos daneses que viene caminando desde Dinamarca. Paramos en Redecilla del Camino, donde una señora voluntaria estaba encantada de que llegáramos para darnos una pequeña explicación de la historia de la iglesia, que tiene una pila bautismal románica, entre otras cosas. Ya estábamos en la provincia de Burgos.
A las 5 y media, íbamos llegando a Viloria de Rioja, casi un caserío, pero donde por recomendaciones leídas en los foros, quería pasar la noche en el albergue de Acacio y Orietta. Esta linda pareja tiene una vieja casa remodelada, con un dormitorio con doce camarotes, una salita, comedor y cocina donde Orietta estaba muy ocupada preparando la cena. Nos tomamos una cerveza y ya empezamos la conversona con los otros peregrinos: una mujer de San Francisco, un holandés y dos brasileños y con Acacio.
A la hora de la cena, comunitaria, nos pidieron a todos que nos presentáramos y dijéramos por qué hacíamos el camino. Nos reímos pues Bernardo, el brasileño más joven dice que su abuela se llama Ligia, así que finalmente encontré un nieto, sin haber tenido hijos!
Cena comunitaria en el albergue de Acacio y OriettaFue una cena muy acogedora, con arroz, feioada, verduras, tortilla española, pan y mucho vino y mucha conversona hasta relativamente tarde.
Acacio y Orietta, con su albergue y su linda actitud, conservan la idea original de hospitalidad!
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