lunes, 12 de octubre de 2009

21 Setiembre, Día 0

El bus salió de Málaga a la 1am; conseguimos dormir algo durante el recorrido y a eso de las 7:30 íbamos llegando a la Estación Sur de autobuses de Madrid. El próximo bus saldría de otra terminal, ubicada a unos 5-6km. En principio, habíamos pensado armar bicis y alforjas y pedalear entre las estaciones, pero cuando vimos que había una línea del Metro que las conectaba, decidimos probar a ver si nos dejaban pasar.

Compramos nuestros boletos y cuando tocaba pasar por la entrada angostica, un tipo vino y nos abrió un portón más ancho para que pasáramos, sin hacer el más mínimo comentario respecto a lo que llevábamos. Claro, las dos bolsas de las bicis y la otra con las alforjas son pesadas e incómodas de cargar por los pasillos y escaleras (no hay ascensores), pero es increíble tener acceso sin problema!

Una vez que llegamos a la Estación de Avenida America, encontramos un rinconcito en un café, donde nos sentamos a desayunar.

Nuestro próximo bus salió a las 10:30, con rumbo a Soria; allí, ya reconocimos a una madre e hija que eran peregrinas, vestidas con botas de caminar, mochila y por supuesto, el bordón. Aquí de nuevo, el chofer ni se inmutó con nuestras bolsas cuando las metimos al bus.


En Soria, transferimos a otro bus para Pamplona, donde llegamos a las 3pm. Nuestra primer impresión de Pamplona fue muy positiva. Teníamos varias horas antes de que saliera el bus para Roncesvalles, así que fui a un super a comprar nuestra cena.

Pronto, empezaron a llegar peregrinos y también más "bicigrinos" (como llaman a los que vamos en bici), todos esperando el bus a Roncesvalles. Llegaron dos buses y el conductor empezó por cargar las bicis, quitándoles la rueda delantera y acomodándolas todas juntas. Nosotros hicimos fila con las bicis, pero el conductor nos pidió que esperáramos para acomodar nuestras "bolsas"

Cargando bicicletas en el bus para Roncesvalles


De camino a Roncesvalles, todos los bicigrinos se sentaron juntos; nosotros éramos los mayores, éramos la única pareja y yo era la única mujer. La conversación, llena de testosterona, con la mayoría de los carajos diciendo cómo y qué tan rápido pensaban hacer el recorrido, más un comentario que me molestó mucho de uno que planeaba "conocer a una peregrina extranjera, pero que no se enterara la esposa"... (hombres...).

Pensando en que el albergue de Roncesvalles podría estar lleno, habíamos reservado dos lugares en el Refugio de Urrogui, a dos kilómetros de Roncesvalles. Allí, nos dieron un cuartito chirrisco para nosotros dos. El lugar estaba muy limpio y sólo había otras dos personas, en otro cuarto. Nos duchamos, comimos y nos fuimos a dormir mientras llovía afuera.

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