lunes, 12 de octubre de 2009

23 setiembre, Día 2: Ahora sí, empezamos!

Distancia recorrida: 70km


Desayunamos con las dos canadienses y tres señoras gringas, todas caminantes. Estaba allí el dueño del refugio - Jean Pierre - quien resultó ser muy agradable y conversador.

SJPP: Listos para empezar

Antes de las 9am, estábamos listos con las bicis cargadas. El día estaba fresco, pero totalmente despejado. Decidimos irnos por la carretera, en lugar de batallar con el barro en el camino. Ibamos con el sonido del río Nive a nuestro lado y a veces acompañado por los cencerros de las ovejas que estaban pastando en las laderas de los valles.


Vista desde Valcarlos

Fuimos subiendo poco a poco y después de una hora, nos sorprendió ver que ya estábamos en Valcarlos. Paramos al lado de una fuente, donde nos quitamos una capa de ropa, nos lavamos la cara y nos pusimos bloqueador.

Conforme subíamos, disfrutamos los aromas de la vegetación, el ganado, la humedad de la mañana y tratamos de ignorar los carros y camiones que nos pasaban de vez en cuando.

Micael en la fuente de Valcarlos

Como a unos 2km antes de llegar al Alto de Ibarreta,
me quedé literalmente "sin gasolina" (no sin aire, sin energía), así que paramos a la orilla de la carretera y me comí un Powerbar y unas nueces y pasas, que rapidito me repusieron las energías.

Seguimos hacia Ibarreta, donde coincidimos con el grupo de carros deportivos antiguos
(MGs, Triumph, Rolls Royce...) y, por supuesto, pedimos que nos tomaran una foto.

En Alto de Ibañeta, atrás, los valles hacia Francia

De alli, era ya cuesta abajo y pronto llegamos a Roncesvalles, pero pasamos directo a buscar una tienda para comprar nuestro almuerzo, ya que aquí en España, cierran en las tardes. Encontramos un mini-super donde nos compramos frutas y yogurt.

Teníamos entonces varias opciones: acercarnos al refugio de Urrobi, que estaba casi al lado, seguir a buscar el albergue privado de Sorogain, a unos 5km, o continuar a Zubirí, dos cuestas más adelante. Era temprano, así que decidimos ir a Sorogain, pasando por Mezquiritz, el pequeño lugar de donde es Fray Isidoro, un franciscano amigo de toda la vida de la familia - y allí conocimos a sus sobrinos, con quienes conversamos un rato.


Mezquiritz

Seguimos hacia Bizkarreta, siempre con la idea del albergue de Sorogain pero nos pasamos de donde estaba por varios kilómetros y no quisimos devolvernos, así que continuamos hacia Zubirí. Nos sentamos a almorzar en una banca muy bien puesta a la orilla del camino, pero decidimos hacer la cuesta del Alto de Erro por la carretera; una vez allí, nos metimos al camino y resultó ser una bajada empinada con mucha pieda de laja incrustada. Por allí, le pasamos a 8 peregrinos franceses y ya llegando a Zubiri, 6 peregrinas canadienses.


Puente sobre el río Arga, Zubiri

Llegamos al alberque municipal de Zubiri y la hospitalera, muy amable, me explicó que apenas le quedaban unos 6 campos y que debía dar prioridad a los caminantes sobre los ciclistas (nosotros ya sabíamos de esta política de los albergues públicos, sólo no esperábamos tanta gente en setiembre); el albergue privado estaba lleno, así que ella sugirió que siguiéramos a Larrasoaña, a unos 5km por la carretera. Alli fuimos.

En Larrasoaña, cuento similar, la hospitalera se disculpó de que el lugar estaba casi lleno y tenía que esperar hasta las 7:30pm antes de poder decirnos si había campo para nosotros (mientras estaba yo con ella, Miguel se encontró con las dos señoras brasileñas de Roncesavalles). Ella a su vez, nos sugirió seguir a Huarte y hasta nos dio un mapita de cómo llegar al albergue municipal. El papel tenía también el número de teléfono, así que mejor llamé directamente y el tipo dijo que estaban vacíos, que llegáramos.

Y seguimos. Desde Bizkarreta, había montones de pequeños insectos volando y conforme pasábamos, conseguimos tragarnos uno que otro (buena fuente de proteína) y hasta uno se me metió en el ojo.

Llegamos a Huarte como a las 6pm, y allí encontramos el albergue, que es muy céntrico, grande, limpio y sí, muy vacío. Iñigo, el simpático hospitalero, muy amable nos enseñó donde guardar las bicis, nos dio una habitación (de cuatro literas) para nosotros, y también donde podíamos lavar ropa y la gran cocina que tienen para que usen los peregrinos. Nos duchamos, dejamos ropa en la lavadora y nos fuimos a buscar un super para comprar comida. Yo estaba agotadititica!

El pueblo estaba de fiestas - pero muy tranquilas, parecía - y las tiendas del centro estaban cerradas, pero por dicha en el centro comercial afuera del pueblo, estaba abierto. De regreso, nos sentamos a tomarnos una cerveza en el parque que hay a la orilla del río Arga y ya volvimos al albergue, donde nos hicimos una comida de ensalada, pollo, fruta y una jarra de chocolate caliente; estábamos bien hambrientos después del largo día!

Antes de irnos a dormir, sacamos el mapa y guía para planear el día siguiente y nos dimos entonces cuenta de que ya estábamos a escasos 8km de Pamplona!

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