martes, 13 de octubre de 2009

25 Setiembre, Día 4: Pamplona - Lorca

Distancia recorrida: 49.5 km (incluyendo desvío a Decathlon)



Aunque la regla en el albergue era de silenc
io hasta las 7am, desde las 6 pasadas empezó alguna gente a levantarse y alistarse. Como a las siete, vino Oscar a ver si entre nuestras herramientas andábamos un alicate, pues en su taranta, había puesto la llave del candado de la valija, dentro de la valija... No teníamos, pero el hospitalero buscó algo con lo que la pudieron abrir.

Saliendo del albergue de Pamplona

Nosotros teníamos tiempo, pero hubo que desayunar rápido y a las 8:30 estábamos puerta afuera del albergue; dos bicigrinos y un "valigrino" (por aquello de la valija). La idea era de ir a la tienda de artículos deportivos Decathlon, donde desde hace semanas habíamos identificado una bici de precio razonable que creímos que estaría bien para el viaje.

Así que empezamos el peregrinaje hacia Decathlon, a unos 3.5km del centro, con Oscar jalando su valija.

El Valigrino

Llegamos a la tienda y todavía teníamos montones de tiempo, así que nos sentamos a conversar mientras daban las 10 y abrían. Entonces, Oscar y Miguel entraron y yo me quedé fuera con las dos bicis cargadas y la valija. Al ratito, ya comprada la bici, salieron para sacar el sillín ("el sofá"), pedales y portaequipajes que Oscar había traído y se metieron de nuevo a ponérselos a la bici nueva. Finalmente, a mediodía fue saliendo la bici lista para ponerle las alforjas y ya salir (la valija fue a parar a un basurero).

Alistando la bici

Salimos de Pamplona pasando por el campus de la universidad y ya allí veíamos enfrente una sierra llena de molinos de viento (un "Parque Eólico") que era para donde nos dirigíamos.

Cerca de Mañeru

Ibamos siguiendo el camino y pronto apareció la
primer cuesta, bien empinada y pedregosa y no hubo otra que bajarse a empujar... Pero, JUEMIALMA, una cosa es empujar la bici solita, otra la bici con alforjas y bolsa delantera (como 10kg más); bien incomodito y pronto estaba sin aliento!

Se niveló un poquito y volvimos a pedalear y viene otro cuestón; otra empujada, lenta y con descansos; bueno, yo, Oscar y Miguel pudieron avanzar más pedaleando y luego fueron más rápidos empujando. Miguel ofreció ayudarme, pero le dije que por ahora, quería hacerlo "yo solita".

Subiendo el Alto del Perdón

Finalmente, llegamos al Alto del Perdón, rodeados de molinos de viento y con un monumento al peregrino y un ventolero que casi nos llevaba.


Monumento al Peregrino, Alto del Perdón

Siguiendo la recomendación de Iñigo, bajamo
s por la carretera, pues el camino es muy empinado y rocoso y además, ahora va una autovía al lado de la carretera, por lo que esta última está prácticamente desierta y disponible para ciclistas.

Alto del Perdón viendo hacia el oeste

Pasamos entre campos de girasoles y viñedos por Uterga y de allí a Muruzábal, pueblitos medievales muy lindos, donde tomamos el desvío para ir a la Iglesia de Eunate, que se cree que fue hecha en el siglo XII por los Caballeros Templarios o los Hospitalarios y en su decoración externa (estaba cerrada) tiene hasta una cabeza de un diablo. Nos comimos una fruta - ya pegaba el hambre - y llamé al Albergue Privado La Bodega del Camino en Lorca, para reservar campo.

Iglesia de Eunate

Seguimos a Puente de la Reina, donde nos tomamos las debidas fotos en el puente.


Puente de la Reina

Saliendo del pueblo, Miguel y Oscar trataron de ajustar un poco los cambios de la bici nueva, que estaba dando un poco de problema.

Ajustando cambios

Seguimos por el camino que de nuevo se puso empinado y malo y de nuevo tocó empujar; allí, nos topamos a un señor que nos dijo "mal camino; resultó ser los restos de una calzada romana y llegamos a un punto donde el puente ya no existía y hubo que hacer maromas para volver mejor a la carretera desierta y ya seguir hasta Lorca, donde rapidito encontramos el albergue, muy acogedor, de una española y un argentino.

Nos duchamos, lavamos ropa, fuimos a comprar cosas para el desayuno y volvimos a tiempo para cenar, y estábamos hambrientos: macarrones, pescado con papas fritas, helado, pan y vino. Mientras comíamos, el bar se llenó, pues parece ser el punto social de pueblo y llegan las parejas con los chiquillos y tomarse algo y conversar.

Subimos a la terracita donde planeamos un poco el día siguiente. También revisé rápidamente mi correo y me enteré de la muerte de mi buen amigo Benson. Dormimos en una habitación con cuatro camarotes, que compartimos con una pareja francesa y un suizo.

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