Sábado, salimos a las 7:30am y tuvimos la agradable sorpresa de que al llegar a la primer gran cuesta, no nos costó tanto como en otras veces. Durante el recorrido, como es usual, nos pasaron varios ciclistas y en un momento Miguel se picó y se fue al mismo ritmo, probando así que soy yo la leeeenta. De camino, vimos un par de Aguilas Calzadas (Hieraatus pennatus). Volvimos bien empolvados, pero menos cansados que otras veces y eso sí, con un hambre!
Aquí, como vuelven mis piernas:
Ah, y si me quito los zapatos, se ve más la diferencia debida a sol y tierra...
Domingo, salimos a hacer la misma ruta; esta vez, Miguel fue más rápido y lo que hacía era esperarme cada cierta distancia. Esto me forzó a mí a ir un poco más rápido también. En el parque, esta vez coincidimos con un grupo de cuatro hombres y una mujer que salieron a correr (y los encontramos como dos horas después, todavía corriendo muy campantes) y, tal vez por la feria, no llegaron tantos ciclistas.
Miguel probó sus habilidades como videógrafo pedaleante, cosa que yo no me atrevo a hacer por mi equilibrio (o más bien, ausencia del mismo).
De camino, volvimos a parar para ver algunos pájaros; esta vez llevábamos nuestros binóculos pequeños. Vimos varias Aguilas Calzadas de nuevo, un Aguila Perdicera (Hieraatus fasciatus) y uno chirrisco y muy lindo llamado Carbonero Garrapinos (Parus ater).
Dimos la vuelta y ya íbamos para abajo y Miguel había parado a esperarme al lado de una quebrada seca. Paré a tomar agua y allí estábamos cuando nos pasó enfrente un jabalí! Salió de la quebrada y pegó carrera, trepando por la loma. Creemos que no nos había sentido y cuando nos olió u oyó, salió volado.
No nos creíamos tanta suerte! Seguimos bajando, Miguel más rápido y adelante y en eso al dar una vuelta, le pasó otro! Yo todavía lo llegué a ver donde iba subiendo entre los árboles. Increíble!
