miércoles, 21 de octubre de 2009

2 octubre, Día 11: Hospital de Órbigo - Molinaseca

Distancia recorrida: 68.4 km


Desayunamos en el albergue, atendidos por un hospitalero siciliano muy simpático (quien explicó que él no podía hacer el camino, pero en su lugar, venía y trabajaba voluntario por dos semanas). Nos despedimos de Bent y Gro y salimos a las 8:30. Estaba a 10.4 grados.

Consultando la Guía de Antón Pombo, por enésima vez

Seguimos la opción del camino a la orilla de l
a carretera hasta Astorga, que aparte del cuestón que hay que subir para llegar al casco antiguo, resultó una ciudad muy bonita, con sus ruinas romanas, su ayuntamiento y plaza mayor.

Plaza Ayuntamiento, Astorga

Allí, nos metimos a un café a tomar chocolate caliente (también hay un Museo del Chocolate, pero mejor lo evitamos...) y coincidimos con otra pareja de ciclistas, éstos, italianos, de Abruzzo.

Catedral, Astorga

Salimos de Astorga siguiendo una carretera comarcal al lado del camino, pero después de El Ganso, estuvo un poco más difícil pues habían echado alquitrán y asfalto y no habían pasado la maquinaria. En uno de estos pueblitos, paramos a conversar con un señor ya mayor, quien nos contó cómo antes todas esas montañas hacia las que íbamos, ya estarían nevadas por esta época y que él estaba convencido de que había cambio climático, causado por todos esos cohetes que han mandado al espacio...

Palacio Episcopal (Gaudí), Astorga

Llegamos a Rabanal del Camino, que resultó ser un pu
eblito muy simpático, última parada antes de empezar a subir al Alto del Perdón.

Rabanal del Camino

Par
amos, Oscar se comió un bocadillo de salchichón y nosotros algo de fruta y jugo. Allí estaba una muchacha española que ha hecho el camino seis veces en siete años con su padre (la primera vez de 14 años).

Rabanal del Camino

La subida es bien parada, de 1200 a 1500 metros en 8 km. Empezamos a subir junto a la pareja italiana, pero ellos se fueron adelante. Oscar y Miguel iban subiendo bien y yo, despacito, detrás. Alcanzamos a otra pareja de ciclistas que habían parado a descansar - yo no quería parar!

Subiendo Cruz de Ferro, Miguel tenía energía para devolverse y tomar esta foto

Poco después, nos alcanzó una pareja alemana de ciclistas, que me pasó rápido y siguieron pedaleando con Oscar por un rato; Miguel se había ido adelante. Los alemanes pararon en Foncebadón, que es apenas un caserío con un albergue.

Ciclistas alemanes, subiendo Cruz de Ferro

Llegamos a Cruz de Ferro, donde un amable señor holandés que nos había pasado en su camper, se ofreció a tomarnos una foto.


Cruz de Ferro

Luego, s
aqué mis dos piedritas y fui a dejarlas al pie de la cruz. De pronto, me sobrecogió la emoción de pensar en mi gran suerte (Angel de la Guarda dedicado, buena estrella, bendiciones, lo que le quieran llamar) y me puse a llorar...

Cruz de Ferro

Seguimos hasta El Acebo, también un pueblito muy simpát
ico, donde nos metimos a comer un bocadillo de lomo con una cerveza en un bar donde tenían la tele con el programa a la espera de la decisión final de donde sería la sede de la Olimpiada del 2016 (que Madrid era candidata favorita). Se me ocurrió preguntar entre los presentes que si creían que sería bueno si Madrid ganaba y se armó la discusión, así que mejor pagamos y nos fuimos!

Oscar en Cruz de Ferro

De allí, llamé al albergue privado de Molinaseca, donde dijeron que no hacía falta reservar pues "había mucho campo".

Vista desde Cruz de Ferro, Manjarín

Empezamos a bajar, la cuesta bien empinada y el camino con muchas curvas. De camino vimos un letrero que decía algo como "Posada Anduriña" y me inspiró para bajar cantando Anduriña a todo pulmón (por dicha sólo Oscar y Miguel estaban por ahí).

Bajada de Cruz de Ferro

A eso de las 16:45 cruzábamos el puente romano/medieval de Molinaseca y encontramos el albergue, donde el hospitalero medio antipático nos dijo que
qué suerte teníamos pues eran los últimos tres campos que le quedaban... repartidos en dos habitaciones. Le dije que yo había llamado a reservar, pero bueno, por lo menos pescamos lugar.

Puente romano/medieval, Molinaseca

Amarramos las bicis en un patio abierto a la calle, nos duchamos, lavamos ropa y nos sentamos a tomar una cerveza con Josh, un peregrino angelino que acaba de terminar sus dos años de Cuerpo de Paz en Níger.

Molinaseca

Nos fuimos a comer a la fonda del Puente Romano, un caldo berciano muy rico (aunque a Miguel le salió un pedacito de vidrio...), lentejas, chuletas y un licor (para compensar por el vidrio...). Como ya me tocaba a mí el resfrío, me tomé la medicina antigripal y pronto me noquié, pero me desperté a las dos, pensando en si las bicis estaban seguras.

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