domingo, 8 de noviembre de 2009

7 Octobre, Día 17: Finisterre en autobús


Me levanté antes de las siete y salí al salón/comedor con mis alforjas, para acomodarlas (el día anterior habíamos tenido que sacar todo para secarlo, pues nuestras alforjas resisten el agua pero no son a prueba de agua, algo para el futuro). Resultaque éramos bastantes en la misma tarea: varios seguían caminando a Finisterre, otros que iban en autobús y los menos, que ya tomaban su vuelo o tren de vuelta a casa.

Conversamos con un ciclista irlandés, quien vino desde Irlanda y sigue ahora a Portugal y ya, a las 8:30, salimos. Llegamos a la pensión, donde rapidito subimos las bicis, las amarramos y dejamos las alforjas en el cuarto/oficinita del inglés, pues la habitación estaba todavía ocupada. Todo esto, y yo estaba muy apurada, pues creía que íbamos tarde, mientras que Miguel y Oscar sólo me seguían. Resulta que llegamos al punto de encuentro y todavía teníamos como 20 minutos...

El bus llegó a las 9:30 y la guía, Cristina, resultó muy simpática e informativa, hablándonos de historia, cultura gallega, geología, economía y otras cosas. Eramos como quince personas, 2 argentinas, un manchego, una pareja catalana muy ruidosa, una pareja madrileña, cuatro italianos y un alemán que resultó ser también un bicigrino. Y el día, puro temporal, lloviendo intermitentemente (nos habríamos empapado en las bicis).

En el recorrido por las rías, visitamos Noia, donde vimos una iglesia y un museo de lápidas antiguas.

Iglesia de San Martín, Noia

Noia

Luego a Muros, donde aprovechamos la parada para entrar en una pulpería y comernos un pulpo delicioso.

Muros

Pulpo a la gallega, Muros

Seguimos a Carnota, para ver el horreo más grande de Galicia (éstos son graneros hechos en alto para evitar ratones y humedad).

Horreo

Luego, ya a Finisterre, donde primero paramos a almorzar: empanada gallega, calamares y pescado, regadito con vino albariño.

Y finalmente, llegamos al Cabo Finisterre, donde nos llamó la atención que al sur del cabo, esta lleno de nubarrones y al norte, aclarándose, mientras soplaban vientos de más de 20 nudos.



En Cabo Finisterre
Encontramos un mojón que marca 0 km. Parece que habíamos terminado este viaje.

En el kilómetro 0, Cabo Finisterre

De regreso a Santiago todo el mundo se pegó su siestica y cuando llegamos a la pensión, ya nuestras alforjas estaban en la habitación.


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