Distancia recorrida: 72.5 km
A las seis y cuarto empezó a moverse la gente en nuestra habitación (a Oscar le había tocado aparte), así que bajé a ver las bicis y la ropa lavada, que puse en la secadora.
Alistamos cosas, comimos el mediocre desayuno y salimos a las 8:10. Estaba a 6 grados, así que íbamos bien forrados y con los dedos congelados. Rapidito entramos a Ponferrada, agradeciendo que era sábado en la mañana y no había mucho tráfico.
Pasamos por el centro, vimos el Castillo Templario (por fuera pues no abrían aún) y ya salimos, siguiendo el camino hasta Cacabelos y luego por la carretera nacional hasta Villafranca del Bierzo, donde visitamos un par de iglesias y encontramos de nuevo a nuestro amigo brasileño "el peregrino veloz" (a quien de hecho vimos cuando nos pasó en un carro, saliendo de Ponferrada) y paramos a comernos algo de fruta con yogurt.
Ya era mediodía y salimos siguiendo el camino que va a la orilla de la carretera nacional N-VI (que va prácticamente debajo de una gran autovía por mucho del recorrido) hasta llegar a Vega de Valcarce (cruzamos varias veces el río Valcarce) y ya seguimos a Herrerías, un pueblito pequeño donde encontramos un veintiúnico bar donde nos comimos un bocadillo y un café y, como la tarde estaba muy linda, decidimos seguir adelante y empezar a subir O Cebreiro.
A partir de un lugar llamado Hospital, yendo por la carretera, se puso dura la cuesta y los caballeros me dejaron atrás. En el cruce de Faba, Miguel comentó que estaba 32 grados! y sí, los tres íbamos empapados (y ya nos habíamos apeado varias capas de abrigo).
Allí, tuve que parar para recuperar el aliento y tomar algo de agua. Empujé un poquito, pero resulta ser más esfuerzo que pedalear, así que como pude, me volví a montar y a poquitos seguí pedaleando. No me imagino cómo me habría ido de haber tratado por el camino, seguro habría durado dos días!
Otra paradita y ya de ahí a Lagúa de Castela - Miguel tenía suficiente energía para ir adelante y tomar fotos.
En Lagúa, Miguel se comió un helado mientras yo me recuperaba. Arrancamos de nuevo para los últimos kilómetros, poco a poco hasta que llegamos a O Cebreiro, donde llegamos muy contentos. En la cima hay un pueblito, muy turístico y típico y estaban llegando muchos peregrinos esa tarde, así que decidimos seguir un poco más hasta el Alto do Poio.
Seguimos por la carretera, todavía subiendo un poco más y con algunas bajaditas, pero ya con el viento frío y mi garganta, entre la sed y el resfrío, se sentía en carne viva. Paramos a rebuscar y encontramos unas Strepsil que me aliviaron montones. Paramos en el Alto de San Roque, donde nos tomamos foto en el monumento al Peregrino y le tomamos a otro joven bicigrino que llegó en ese momento y planeaba seguir hasta Samos esa misma tarde.
En el Alto do Poio, fuimos al albergue de doña Remedios, que resultó muy básico pero ellos simpatiquísimos, especialmente la señora, una gallega muy amable y conversadora.
Nos bañamos, vimos salir la luna llena entre las montañas y cenamos buen caldo gallego y ternera y ya al salir, de acuerdo con el pronóstico, ya estaba nublándose.
Hace 4 años
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